viernes, 8 de enero de 2016

El aleteo de las alas de una mariposa puede provocar un tifón al otro lado del mundo



Seguro que alguna te dice algo

























Bonito


Parejas...


Los Reyes Magos son de Verdad: Una historia bonita


– ¿Papa?
– Sí, hija, cuéntame.
– Oye, quiero… que me digas la verdad.
– Claro, hija. Siempre te la digo, respondió el padre un poco sorprendido.
– Es que… titubeó Cristina.
– Dime, hija, dime.
– Papá, ¿existen los Reyes Magos?
El padre de Cristina se quedó mudo, miró a su mujer, intentando descubrir el origen de aquella pregunta, pero sólo pudo ver un rostro tan sorprendido como el suyo que le miraba igualmente.
– Las niñas dicen que son los padres. ¿Es verdad?
La nueva pregunta de Cristina le obligó a volver la mirada hacia la niña y tragando saliva le dijo:
– ¿Y tú qué crees, hija?
– Yo no se, papá: que sí y que no. Por un lado me parece que sí que existen porque tú no me engañas; pero, como las niñas dicen eso.
– Mira, hija, efectivamente son los padres los que ponen los regalos pero…
– ¿Entonces es verdad?, cortó la niña con los ojos humedecidos. ¡Me habéis engañado!
– No, mira, nunca te hemos engañado porque los Reyes Magos sí que existen, respondió el padre cogiendo con sus dos manos la cara de Cristina.
– Entonces no lo entiendo. Papá.
– Siéntate, cariño, y escucha esta historia que te voy a contar porque ya ha llegado la hora de que puedas comprenderla -dijo el padre, mientras señalaba con la mano el asiento a su lado.
Cristina se sentó entre sus padres ansiosa de escuchar cualquier cosa que le sacase de su duda, y su padre se dispuso a narrar lo que para él debió de ser la verdadera historia de los Reyes Magos:
– Cuando el Niño Dios nació, tres Reyes que venían de Oriente guiados por una gran estrella se acercaron al Portal para adorarle. Le llevaron regalos en prueba de amor y respeto, y el Niño se puso tan contento y parecía tan feliz que el más anciano de los Reyes, Melchor, dijo:
– ¡Es maravilloso ver tan feliz a un niño! Deberíamos llevar regalos a todos los niños del mundo y ver lo felices que serían.
– ¡Oh, sí! -exclamó Gaspar-. Es una buena idea, pero es muy difícil de hacer. No seremos capaces de poder llevar regalos a tantos millones de niños como hay en el mundo.
Baltasar, el tercero de los Reyes, que estaba escuchando a sus dos compañeros con cara de alegría, comentó:
– Es verdad que sería fantástico, pero Gaspar tiene razón y, aunque somos magos, ya somos ancianos y nos resultaría muy difícil poder recorrer el mundo entero entregando regalos a todos los niños. Pero sería tan bonito.
Los tres Reyes se pusieron muy tristes al pensar que no podrían realizar su deseo. Y el Niño Jesús, que desde su pobre cunita parecía escucharles muy atento, sonrió y la voz de Dios se escuchó en el Portal:
– Sois muy buenos, queridos Reyes, y os agradezco vuestros regalos. Voy a ayudaros a realizar vuestro hermoso deseo. Decidme: ¿qué necesitáis para poder llevar regalos a todos los niños?
– ¡Oh, Señor! -dijeron los tres Reyes postrándose de rodillas. Necesitaríamos millones y millones de pajes, casi uno para cada niño que pudieran llevar al mismo tiempo a cada casa nuestros regalos, pero. no podemos tener tantos pajes., no existen tantos.
– No os preocupéis por eso -dijo Dios-. Yo os voy a dar, no uno sino dos pajes para cada niño que hay en el mundo.
– ¡Sería fantástico! Pero, ¿cómo es posible? -dijeron a la vez los tres Reyes con cara de sorpresa y admiración.
– Decidme, ¿no es verdad que los pajes que os gustaría tener deben querer mucho a los niños? -preguntó Dios.
– Sí, claro, eso es fundamental, asistieron los tres Reyes.
– Y, ¿verdad que esos pajes deberían conocer muy bien los deseos de los niños?
– Sí, sí. Eso es lo que exigiríamos a un paje, respondieron cada vez más entusiasmados los tres.
– Pues decidme, queridos Reyes: ¿hay alguien que quiera más a los niños y los conozca mejor que sus propios padres?
Los tres Reyes se miraron asintiendo y empezando a comprender lo que Dios estaba planeando, cuando la voz de nuevo se volvió a oír:
– Puesto que así lo habéis querido y para que en nombre de los Tres Reyes de Oriente todos los niños del mundo reciban algunos regalos, YO, ordeno que en Navidad, conmemorando estos momentos, todos los padres se conviertan en vuestros pajes, y que en vuestro nombre, y de vuestra parte regalen a sus hijos los regalos que deseen.
También ordeno que, mientras los niños sean pequeños, la entrega de regalos se haga como si la hicieran los propios Reyes Magos. Pero cuando los niños sean suficientemente mayores para entender esto, los padres les contarán esta historia y a partir de entonces, en todas las Navidades, los niños harán también regalos a sus padres en prueba de cariño. Y, alrededor del Belén, recordarán que gracias a los Tres Reyes Magos todos son más felices.
Cuando el padre de Cristina hubo terminado de contar esta historia, la niña se levantó y dando un beso a sus padres dijo:

– Ahora sí que lo entiendo todo papá. Y estoy muy contenta de saber que me queréis y que no me habéis engañado.
Y corriendo, se dirigió a su cuarto, regresando con su hucha en la mano mientras decía:
– No sé si tendré bastante para compraros algún regalo, pero para el año que viene ya guardaré más dinero.

La libertad de poder elegir: un valor en cuestión


https://www.ted.com/talks/barry_schwartz_on_the_paradox_of_choice?language=en

La felicidad... la da la comunicación con los otros

Tras 75 años de estudio... las conclusiones parecen claras... lo que creemos que nos da la felicidad en un principio, no es lo que se experimenta al final de la vida.

http://www.ted.com/talks/robert_waldinger_what_makes_a_good_life_lessons_from_the_longest_study_on_happiness


The Social Coin: Crea o únete a una cadena de favores

The Social Coin es una asociación sin ánimo de lucro que se dedica a fabricar y distribuir monedas que inician cadenas de acciones desinteresadas que se pueden seguir y medir. 

Cómo funciona:

1- Moneda en mano, piensa qué favor vas a hacer. Puede ser ayudar a cualquier persona, conocida o desconocida.
2- Escríbelo en la Web. Marcarte un propósito te ayudará a conseguir la actitud que necesitas.
3- Hazlo realidad. Va a ser lo más increíble. Una vez conseguido, verás el efecto positivo que tiene!
4- Entrega la moneda a la persona que has ayudado. Se sorprenderá gratamente!
5- Pasa la voz. Explícale cómo funciona The Social Coin y qué te ha movido a ayudarle.

Sigue la cadena! 


http://thesocialcoin.com/#!/
thesocialcoin.org
https://goteo.org/project/the-social-coin


Motivación y a quién va dirigido el proyecto


Hemos comprobado que la acción desinteresada es una fuente de felicidad universal, cualquier persona puede beneficiarse de ella.


Nuestros objetivos son la investigación y la distribución de cuantas más mejor monedas sociales, con el fin de contribuir, en la medida de nuestras posibilidades, a mejorar la calidad de vida del mundo.


The social Coin es uno de los ganadores del premio Jóvenes Changemakers de Ashoka 2012. 
Queremos dedicarnos a acuñar y distribuir las monedas entre colectivos de voluntarios para que inicien cadenas de ayuda en todo el mundo.



Ecología: ¿Vivimos más ahora que antes en verde?¿O antes mucho más que ahora?




La Tierra no es una herencia de nuestros padres sino un préstamo de nuestros hijos.

Un portal de belén literario

http://www.elmundo.es/cultura/2015/12/24/567afc68ca474112108b4671.html
Ofrecemos una reconstrucción de los personajes del Portal de Belén recreados, en relatos o novelas, por varios autores. A saber: la Virgen según la mirada de Colm Toibín, San José visto por Tolstoi, el Niño bajo el prisma de Norman Mailer, la sugerencia de Roberto Bolaño sobre los Reyes Magos y el 'toque Roberto Arlt' sobre los pastores. / LUIS ALEMANY
LOS REYES MAGOS
Hasta en el último libro de retales de Roberto Bolaño hay algo en lo que detenerse. Entre paréntesis (Anagrama, 2004) recoge los artículos que escribió para el Diari de Girona y, después, para un periódico de Chile que, por lo visto, al principio iba de serio y ahora se dedica a la farándula (Las Últimas Noticias). Cuento de Navidad en Blanes, incluida en la recopilación, debió de aparecer en Chile en enero de 2000, cuando Bolaño ya era un runrún pero no, todavía, un mito. Pongámonos en la piel de un lector chileno que quizá sólo supiera de Bolaño de oídas. ¿Qué es Blanes, para empezar? Una bonita ciudad playera en invierno, explica el columnista: «En invierno algunos pueblos de la Costa Brava parecen pueblos fantasmas. Sobre todo algunos barrios, los dedicados al turismo, entran en un letargo que los asemeja a esas ciudades de los sueños o de las pesadillas: ciudades de edificios altos y apartamentos pequeños en donde suelen ocurrir equívocos de los que uno siempre se arrepiente». Qué sugerentes son siempre estos escenarios. Pero no hemos venido a hablar de Blanes en enero sino de los Reyes Magos. Cinco de enero, una calle desierta, el portal de un edificio seguramente enfermo de aluminosis, un amigo aparece vestido de rey Baltasar. A su espalda, dos gambianos, jornaleros en el campo por la zona, aparecen vestidos de Melchor y Gaspar. ¿Y esto? «No encontré un blanco que hiciera de Gaspar».

LOS PASTORES

A Roberto Arlt se le quiere o se le huye y es un poco como el miedo a los aviones, que se siente o no se siente y no traten de convencer al vecino de asiento de que se muere más gente en coche. Es fácil comprender los motivos para no quererle: tendía a patético y sentimental y escribía como si llevara cascos de caballo en las manos. Ya sé que escribo mal, pero el mundo está lleno de gente que escribe bien y que sólo hace para que le lean sus tías, vino a decir una vez. ¿Y para quererle? Pues eso, que no hubo otro como él. El pan dulce del cesante es una prueba, un aguafuerte (un texto a medio camino entre el teatro y el periodismo) en el que una pareja, los pastorcillos de nuestro Belén, se encuentran con que es Navidad y no tienen plata para comprar el dichoso pan dulce, que debe de ser algo parecido a la panettone. Todo suena un poco a «Dale, qué pobres somos, ¿viste?», pero al final, después de encontrar una solución (empeñar el traje del hombre), llega un desenlace inesperado: «Luego los dos fantasmas se han quedado en silencio. Cada uno con los pensamientos por su lado. La mujer en su pasado; el hombre, en su futuro. La mujer, en lo que debe hacerse; el hombre en lo que puede hacer para él. Una generosidad y un egoísmo, siempre clavados de frente, siempre forcejeando en lo oscuro de su conciencia». LA VIRGEN Cualquiera piensa en El testamento de María, de Colm Tóibín (Lumen), y aún se pregunta cómo pudo ser que no se montara un escándalo espantoso tras su publicación o después de su adaptación al teatro. La última tentación de Cristo, la película blasfema de Scorsese, era una broma comparada con la novela del irlandés. Muy en resumen, estamos ante un monólogo de María, ya al cabo de su vida, que lo desmiente todo. Desmiente que San Juan Evangelista criara a la Virgen, desmiente el mito de la inmaculada concepción y desmiente que su interés místico se dirigiera a Yahveh. María, en el relato de Tóibín, era una politeísta convencida, una seguidora de Artemisa que ya intuía la tendencia del monoteísmo a arrasarlo todo intelectualmente. Y eso, más que un poco blasfemo, es mucho intuir para una mujercita del siglo I antes de Cristo, ¿no?, dirá alguien. Y sí, sí que lo es, pero más escenas de acción desmadrada hay en la Biblia. María, por no creer, no se cree ni a su hijo. Le disgustan sus amigos, le enfada la manera en la que todos lo tratan como a un iluminado y lo dirigen hacia su calvario. El día de la Cruz, por cierto, la María de Colm Tóibín se va, desaparece para que la dejen en paz con su pena y, aquí entre nosotros, para salvar el pellejo. Aquellos que no se asusten con el Segundo Mandamiento, que apunten el título de la novela.

LA VIRGEN

Cualquiera piensa en El testamento de María, de Colm Tóibín (Lumen), y aún se pregunta cómo pudo ser que no se montara un escándalo espantoso tras su publicación o después de su adaptación al teatro. La última tentación de Cristo, la película blasfema de Scorsese, era una broma comparada con la novela del irlandés. Muy en resumen, estamos ante un monólogo de María, ya al cabo de su vida, que lo desmiente todo. Desmiente que San Juan Evangelista criara a la Virgen, desmiente el mito de la inmaculada concepción y desmiente que su interés místico se dirigiera a Yahveh. María, en el relato de Tóibín, era una politeísta convencida, una seguidora de Artemisa que ya intuía la tendencia del monoteísmo a arrasarlo todo intelectualmente. Y eso, más que un poco blasfemo, es mucho intuir para una mujercita del siglo I antes de Cristo, ¿no?, dirá alguien. Y sí, sí que lo es, pero más escenas de acción desmadrada hay en la Biblia. María, por no creer, no se cree ni a su hijo. Le disgustan sus amigos, le enfada la manera en la que todos lo tratan como a un iluminado y lo dirigen hacia su calvario. El día de la Cruz, por cierto, la María de Colm Tóibín se va, desaparece para que la dejen en paz con su pena y, aquí entre nosotros, para salvar el pellejo. Aquellos que no se asusten con el Segundo Mandamiento, que apunten el título de la novela.

SAN JOSÉ

¡Sorpresa! El San José que nos trae Lev Tolstoi es un conde ruso, el conde Rostow, un hombre apuesto, de naturaleza «cálida y generosa», de esos que, si Rusia hubiera tenido 100 más como él en el Gobierno, aún estaría la familia Romanov en San Petersburgo. Otra cosa es que Rostow, el protagonista de Un cuento de Navidad ruso, de tan bueno que era, iba camino de la ruina. De tan generoso y bienintencionado, deja que los capataces le roben o actúen con pereza. Y, sobre todo, los gastos de una familia de la noblesse, como dice en francés Tolstoi, no son pocos. Y por eso, su mujer tuvo una idea, casar a Nicolás, su hijo mayor, con la heredera de una familia pujante. Pero Nicolás, que también era buen chico y que no hubiese querido otra cosa más que complacer a su amantísima madre, está enamorado de una chica que tampoco tiene un rublo. Y ahí empiezan a aparecer personajes que se llaman Natascia y otros que se llaman Natcha y primos y tíos y más primos. Qué ruso todo, ¿verdad? Fuera hace 20 grados bajo cero pero la noche es clara, es Navidad y, al final, el conflicto se elevará de lo particular (qué hacer con Nico) a lo general: el alma humana, el alma rusa, la dignidad y el amor, ese tipo de cosas... Y el pobre conde Rostow, como San José, acompaña e inspira, pero no decide gran cosa.

EL NIÑO JESÚS

Había que ser Norman Mailer para tener el morro de escribir una biografía ficticia de Jesucristo. Había que ser el gran tiarrón de la literatura de su país y de su tiempo, había que estar convencido de los recursos propios delante de un papel en blanco, había que estar al borde de la psicopatía en asuntos de autoestima para pensar «yo voy a ser el tío judío de Brooklyn que va a coger a Jesus y le voy a dar un par de vueltas». El evangelio según el hijo (hay una vieja edición de Anagrama) es la prueba de tanta osadía y, aunque tiene sus pegas, es bastante disfrutable. En eso también tenía que ser de Mailer. Su Cristo, por cierto, es bastante americano: espontáneo, franco, bromista, un poco chuletilla, valiente... Se encuentra con el Diablo en el desierto y le trata como si aquello fuera un videoclip de un grupo de rock de los años 80. Luego llega la escena de Lázaro y su ceguera y la escena se cuenta como si Jesús fuera el señor Lobo de Tarantino, un tipo con buena mano que todo lo puede arreglar. El Evangelio según el hijo no es El Anticristo de Nietzsche, esto no va a de retorcer las ideas y de llevarlas hasta su límite de máxima verdad. Pero es Navidad y, después de la comida, apetece dejarse llevar con una historia de aventuras para hacer tiempo hasta el siguiente banquete.

Una obra de teatro que da que pensar: El Testamento de María

http://www.premiosmax.com/upload/dossier[19].pdf